jueves, 12 de diciembre de 2013

Trae consigo un sinfín de ilusiones, sentimientos,  propósitos, miedos. Mezcla de valentía y cobardía, duda y certeza, certeza de querer una aventura que agregar, duda de saber si aquello que espera ser un salto, sea el salto correcto en el momento correcto. Trae consigo la necesidad de apostar a ciegas, ganar o perder. Corre sin rumbo fijo, deseando buscar y encontrar aquello que piensa desde hace tiempo.  No mide tiempo ni distancia, para no acordarse lo que no es necesario, para no dejar rastro ni espacio al reclamo. Colecciona momentos, no cualquiera, sino aquel que logra generar una emoción en particular pero que a la vez es imposible de describir. Se anima a un cambio, a ponerle fin a un juego para empezar otro, y sin pensarlo, arriesga, realiza una última jugada sabiendo por dentro que el final no va a ser una victoria, todo lo contrario, el final va a ser triste por un momento, lindo y triste nuevamente. Lo confirma y evita pensarlo, aunque por dentro muere de ganas de volver a cometer el mismo error, de tentarse y apostar esta vez, por ella misma, por eso que siente y que es verdadero pero lo frena el hecho de saber que no depende de sí, como suele pasar. Sin embargo el riesgo es necesario, porque a partir de allí, sigue, porque así debe ser, su vida y su elección, corre y avanza nuevo, sin avisar, accediendo a las consecuencias, sabiendo que aquello que podría haber sido una historias de esas parecidas a las películas, no termina siendo otra cosa más que una historia más, sin terminar, con un final dudoso, protagonista, leyendo las líneas, aceptándolas sin discusión, quizás por miedo, quizás porque prefiere tomar eso como una lección, ahora sabe (tras otra dolorosa demostración) que la vida no es más que una prueba, que el amor de las películas es solo eso, que la tragedia aparece constantemente, pero que a la vez el sentido es encontrarle lo lindo. Es una historia más en su vida, que guarda porque genera algo que nunca antes había generado en ella, un riesgo que valió la pena correr, que fue hermoso y fue melodía, de esas agradables de escuchar, que se escuchan una y otra vez. Sigue en su camino porque de lo contrario, le costaría solo un segundo volver, extraña pero lo esconde. Ese sentimiento, qué decir? Responsable de toda aquella acción, de las que después llevan al arrepentimiento. Responsable de todo acto impulsivo, liberante. Lo extraña. Sigue y anhela con todas sus fuerzas un rescate, un alguien por quien levantarse todas las mañanas con el propósito de verlo, o solo por la simple razón de tener un motivo de hacerlo. Lo extraña. Las noches son todo un desafío, se despierta asustada en el medio de ella, trata de respirar suavemente hasta que ese sentimiento (difícil de explicar) poco a poco va desapareciendo. Cree que es nostalgia pero cada vez que aparece, viene junto con ello una sensación de angustia, algo que necesita consigo pero no sabe qué exactamente, algo que esta mal en alguna parte, que falta en su vida. Ya lo conoce de todas maneras, es un momento nada más, constante por cierto, por eso no desespera, solamente respira y espera a que pase. Sus sueños son todo un misterio, sus pesadillas son aún mayores, eso es algo a lo que ya está acostumbrada también, pero cada vez es más difícil conseguir quedarse dormida. El momento de la noche en el que todo es un silencio, todo está oscuro, ese es precisamente el momento en el que todos esos recuerdos que colecciona la atormentan, aquellos que evita son los peores, porque intentan encontrar un espacio para quedarse, son rechazados. Es una lucha, que termina porque le gana el cansancio, se despierta y se duerme otra vez, reiteradas veces hasta que de repente es un nuevo día. De esos en los que continúa para coleccionar, o no, un nuevo momento.

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